Constelaciones Familiares Dra Verónica Molina. 28 de enero 2019
CUANDO LLAMAMOS A UN HIJO….
Cuando llamamos a un hijo «papi» o a una hija «ma, mamita, mama» y todas sus variantes, que contenido latente estamos enunciando? Cuando un niño es nombrado por sus padres como un progenitor de ellos, le es muy fácil relacionarse con ese rol sistémico, ser padre o madre de alguno de sus padres.
No diría que es porque es nombrado asi que esto ocurre, sino más bien al revés, este acto cotidiano, simple, no pensado denuncia una dinámica sistémica inconsciente donde los padres o alguno de ellos, no ha elaborado la relación con sus padres, han quedado temas pendientes y su profunda necesidad emocional de papa o mama sigue vigente, pidiendo inconscientemente al hijo que se ocupe de calmar su soledad, su pena, su abandono, su enojo, su impotencia, su falta de amor o de mirada… y los niños simplemente lo hacen.
Lo hacen de diversas maneras.
Lo hacen siendo buenos consejeros de sus padres, dejando de ir a jugar y quedándose muy cerquita de ellos para no angustiarnos, lo hacen enfermando y manteniendo esta intimidad con los padres, lo hacen portándose mal y estimulando así el corte desde el enojo y el castigo o la unión y el sentido de existir por la preocupación que un hijo despierta…de muchas maneras los hijos dicen: yo me ocupo de tus heridas y tus pendientes papá o mamá, con todo amor me encargo, aunque por esto pierda mi infancia, mi inocencia, mi afectividad, mi confianza, mi contacto abierto, mi espontaneidad, mi sano amor por mi mismo…
Los padres debemos hacernos responsables de nuestras heridas emocionales de la infancia, las que sentimos y conocemos y las que solo padecemos sintomáticamente, ciegamente. Solo así los hijos pueden estar más libres.
Y llamarlos «hijo» o «hija» es un gran remedio que a todos ubica en su sano lugar, donde la fuerza de la vida fluye.
Dra Verónica Molina